En el primer ciclo de Educación Infantil las rutinas son el elemento organizador de todas las actividades, desde la gran importancia que presentan las necesidades básicas y el tiempo que ocupan.
Penny Ritscher (2017) en su libro La escuela slow reafirma la
importancia de dar tiempo y calidad a esos momentos de cuidado por su valor
educativo que suelen pasar desapercibidos. Recalca la importancia de poner en
valor lo cotidiano y los aprendizajes que suceden en él. Y qué hay más
cotidiano que cubrir sus necesidades básicas tanto fisiológicas como
emocionales en el día a día.
Entendemos por rutina una situación definida, sistemática, con
cierto criterio de ritualización y ritmo, que se sucede de forma regular en la
organización espacio-temporal del día. Y entendemos por hábito una conducta
estable adquirida por la repetición de actos iguales o semejantes, es decir a
través de las rutinas y ritos (manera de realizar dicha rutina).
La metodología por rutinas permite al niño asimilar y acomodar
aprendizajes; contribuye a que comprenda los ritmos vitales; le da autonomía al
saber qué viene después, por lo que le crea seguridad en sus acciones y
comportamientos, seguridad emocional y afectiva; le permite establecer
secuencias espacio-temporales y crear un orden mental en la mente absorbente
del niño como diría María Montessori.
Para poder llevar a cabo una metodología por rutinas hemos de
tener en cuenta unas variables fijas, espacio, tiempo, materiales y otras
variables, adaptativas al devenir e incidencias del día a día. Para que se
conviertan en rutinas los actos se deben repetir en los mismos espacios, con una
duración aproximada y utilizando los mismos materiales o similares. Debe existir una
secuenciación en la misma y llevarla a cabo acompañada de pautas verbales y
gestuales, como canciones, rimas, verbalización de la misma manera la acción.
Por ejemplo, para establecer la rutina de lavarse las manos de
forma autónoma seguiremos los siguientes pasos: todos los días en los mismos
momentos (al llegar al aula, antes y después de comer), verbalizaremos la misma
consiga y comenzaremos a cantar la canción de lavarse las manos, nos
dirigiremos al mismo espacio, la zona de aseo y utilizaremos los mismos
materiales, canción, agua, jabón, papel. De tal forma que el niño sabrá que se
espera de él y le permitirá llevarlo a cabo de forma anticipada y cada vez con
mayor autonomía hasta adquirir progresivamente un hábito.
La adquisición de
rutinas adecuadas nos llevará a la adquisición de hábitos adecuados, y éstos
probablemente a la adquisición de hábitos saludables futuros. Una educación de
hábitos saludables en esta edad es la mejor prevención en educación en valores.
Para llevar a cabo un aprendizaje en la adquisición de hábitos
se tendrán en cuenta unas pautas:
- Partiremos del nivel
madurativo del niño, estableceremos unas rutinas diarias con su ritual de anticipación
y la descomposición del hábito a conseguir.
- El adulto será un modelo y
fuente de refuerzos positivos.
- Se establecerá un ambiente
de afecto y confianza, sin forzar, produciendo vivencias positivas y
placenteras.
- Respetar la independencia del
niño. Acompañarle en el proceso, estar junto a él tanto física (ponernos a su
altura con una actitud corporal relajada) como mentalmente (no tener prisa por
realizar dicha acción). Dejar que realice la acción (por ejemplo quitarse los
zapatos) con plena autonomía dándole pequeñas ayudas verbales en momentos de
dificultad.
Espero que estas pequeñas
pautas os ayuden a establecer y afianzar esos pequeños hábitos y rutinas tan
necesarios para el pleno desarrollo de nuestros pequeños. Ante cualquier duda o dificultad no dudéis en consultarnos.